viernes, 11 de febrero de 2011

MITOS INDIGENAS

LOS MITOS INDIGENAS
1. 1. La historia del fuego
"En un lugar llamado Awia, actualmente Santa Rita en el Vichada, Cuwai (un héroe mitológico) solía calentarse en su hamaca cerca del fuego.
En aquel entonces la gente no conocía el fuego y por eso asoleaban el pescado y la carne que iban a comer; pero la gente se cansó de esto. Sin embargo Cuwai continuaba calentándose, aunque la gente no sabía que era el fuego.
Un día, por fin, el perico cachete amarillo (Pionopsitta barrandi) preguntó a su abuelo Cuwai:
- Abuelo, ¿qué es lo que tienes debajo de tu hamaca?
Cuwai le contestó: Nieto, es fuego.
-¿Para qué sirve el fuego? Insistió el perico.
-Sirve para asar pescado- contestó el viejo
Pero Cuwai mezquinaba el fuego. Entonces el perico pensó: "mi abuelo mezquina el fuego, pero yo se lo voy a quitar". Y así lo hizo. Cuando el perico huyó con el fuego, Cuwai le siguió por detrás para matarlo, pero el perico se metió en un árbol ahuecado. Cuwai tumbó el árbol en el cual se había metido el perico y cuando éste cayó al suelo, Cuwai empezó a abrirle huecos, y es por eso que el árbol "cabo de hacha" tiene la superficie del tronco ondulada. Sin embargo, el perico salió huyendo por el extremo de una rama ahuecada y a su paso regaba partículas de carbón encendidas, y es por esto que el perico tiene el doblez del ala de color rojo encendido. Después de todo esto y una vez a salvo, el perico enseñó a la gente cómo utilizar el fuego".
.2. Namón, el hombre que robó al fuego el sol
"Al principio de la civilización, los indígenas no conocían el fuego; comían sus alimentos crudos y no podían evitar el frío en el calor de una hoguera. Muchas veces habían visto como se prendían los árboles con los rayos de las grandes tempestades pero, temerosos del castigo de los dioses, nunca se acercaron a ese fuego.
Un día un joven llamado Namón decidió ir hasta el sol y robarle un poco de su luz.
- Para que puedas cumplir con tu misión, debes estar alerta de las trampas que pone el sol- le dijo el pájaro carpintero.
- ¡Antes que nada, debes llevar dos palitos de Matapán y traerlos encendidos! exclamó el morrocoy.
Una noche, Namón partió a cumplir con su dificil misión. Se despidió de toda la tribu, preparó su arco y sus flechas, empacó sus alimentos y por último guardó muy bien los dos palitos de matapán en una de sus bolsas ... El enmarañado bosque era cada vez más dificil de cruzar y Namón solamente se guiaba por el sonido del río. De pronto, en medio de la selva, escuchó una tenebrosa risa.
- Ja, ja, ja, hasta aquí ha llegado Namón. No permitiré que lleves el fuego a tu tribu.
Namón miró para todas partes y no supo de donde provenía la voz que escuchaba. Pero, fuera lo que fuera, no permitiría que lo detuvieran en su camino. De repente los árboles se fueron uniendo y sus ramas y hojas formaron una inmensa red que lo cercaba lentamente.
Namón se acordó de las palabras del pájaro carpintero, sacó su flecha más gruesa y amarrándole un lazo que tejió rápidamente con finas hojas y fuertes raíces, la disparó hacia el árbol mas alto, subió por la cuerda con una habilidad de tigre y justo cuando llegó a la copa del árbol, la red se cerró fuertemente. Entonces Namón sacó los dos palitos de matapán y bajó lentamente del árbol, porque los palos de matapán le sirvieron de alas. Namón, sorprendido de lo que había hecho, no se dió cuenta de que había caído en territorio de las grandes boas.
Las boas,. sin darle tiempo de reaccionar, lo atraparon. Una de ellas lo agarró por el cuello, tratando de estrangularlo. Namón alcanzó a sacar su afilado cuchillo de piedra y lo clavó en el cuello de la gigantesca boa que se retorció de dolor. AI ver a su compañera muerta, las otras culebras nuevamente se abalanzaron sobre él. Rápidamente sacó sus flechas y las disparó contra un gigantesco árbol, formando una serie de escalones por los que trepó velozmente.
Cuando Namón miró hacia el horizonte, una hermosa llanura dejaba ver el esplendoroso sol, que salía como del fondo de la tierra. Entonces sacó los dos palos de matapán, los expuso a la luz, esperó un buen rato y de pronto una Ilamita apareció súbitamente en uno de los dos palos; Namón sopló y frotó el palito y otra vez apareció la llama. Había logrado robarle un poco de fuego al sol.
De regreso a su aldea, corrió tan rápidamente que ni las boas, ni el bosque enmarañado lo pudieron atrapar. Cuando llegó a su tribu, mostró a todos lo que había conseguido. Desde este día, el frío fue dominado gracias alfuego de Namón".
mito Catío, cuyo contenido es el siguiente:
AI principio, la única que tenía el secreto del fuego era la iguana Himo pero ella no lo compartía con nadie. Los indios cocían y calentaban sus comidas al sol, pero éstas no quedaban bien preparadas, y por la noche dormían atemorizados y sentían mucho frío, pues no tenían con que calentarse.
Un día Karabayí, un astuto guerrero, salió a pescar y se encontró con Himo, que estaba asando un rico pescado. Himo invitó a Karabayí y éste quedó fascinado con el sabor de la comida. Pero cuando terminaron, Himo apagó el fuego y partió rápidamente. Karabayí volvió al poblado y contó lo sucedido a sus compañeros:
- ¡Hay que capturar a la iguana Himo para que nos muestre el secreto del fuego! - exclamó Karabayí a todo el poblado.
Himo no volvió a aparecer por ningún lado. Pero un día Karabayí, que todos los días salía a buscarla, olió el sabroso aroma del pescado asado y, guiándose por él, logró llegar a la cueva de la iguana; la entrada era muy pequeña. Entonces Karabayí, que podía transformarse en lo que quisiera, se convirtió en iguana y se metió en la cueva. Aunque la entrada era pequeñita, el interior era gigantesco. Karabayí quedó sorprendido al ver miles y miles de palitos prendidos y repartidos a lo largo de la cueva. "Con razón nunca se le acaba el fuego a Himo" pensó Karabayí. Al ver a su hermano, Himo le invitó a comer pescado asado. Karabayí comió y cuando estuvo satisfecho, le dijo a Himo que le obsequiara un palito para llevar a su propia cueva. Himo, que no sospechaba nada, le entregó varios y Karabayí partió rápidamente para su tribu.
Desde ese día, los hombres tienen fuego y la iguana sigue creyendo que sólo ella puede comer pescado asado.

2 - EL MITO GRIEGO
mito de Prometeo se encuentra en la Teogonía de Hesíodo, posterior a Homero. Por lo tanto alguna información, ya sea de referencia o de estilo, fue tomada de las grandes obras homéricas. En la Teogonía se describe toda la intrincada genealogía de los dioses del Olimpo, comenzando con Urano y Gea, y con el triunfo final de Zeus, después de una larga lucha, sobre todos los demás dioses.
La Enciclopedia Espasa-Calpe nos señala que el nombre de Prometeo viene del griego promezeus=Promezés, de pro y maz, raíz del verbo manzano, aprender. Agrega que, según Diodoro, este mito significa que Prometeo fue el inventor de las pyreia, "instrumentos que en los tiempos primitivos servían para encender el fuego". Nos relata también que "Fulgencio y Petronio creen ver en el suplicio de Prometeo una alegoría de la envidia que roe las entrañas de la humanidad". La misma enciclopedia refiere que una "exégesis histórica de la leyenda de Prometeo" se encuentra en Herodoto, según la cual Prometeo fue un rey de Escitia. Como consecuencia del desbordamiento del río llamado Aetos (del griego aetós, águila) y de los desbordamientos que provocó en todo el territorio, los escitas culpan a su rey del desastre y lo cargan de cadenas.
Prometeo.- Hijo del Titán Japeto y de Climene... Enviado a la tierra con la misión de crear un ser díferente de los animales, decidió vengarse del padre de los dioses, que destruyera a su estirpe. Tomó barro del suelo, lo mojó con agua y esculpió la masa hasta obtener rayos iguales a los de un dios... Estaba creada la especie humana. En un banquete en que una res iba a ser dívidida entre los Olímpicos y los hombres, Prometeo se encargó de hacer el reparto. De un lado puso las entrañas y la carne del animal, del otro sólo los huesos, disimulados con la grasa blanca. Júpiter eligió la segunda parte. Al darse cuenta de haber caído en una trampa, se encolerizó contra Prometeo y los mortales. Para castigarlos les escondió el fuego, último elemento que les faltaba para desarrollar una civilización. Prometeo voló hasta el cielo, encendió una rama en las brasas del carro solar y entregó la llama al hombre... (Júpiter) encadenó a Prometeo en la cima del monte Caúcaso y le envió un águila que le devoraba el hígado, reconstituído torlas las mañanas. A pesar de su sufniniento, el titán mantuvo su actitud de rebelión... Pasados treinta años, o treinta siglos, según algunos, Júpiter permitió que Hércules liberara a Prometeo. Tras haber hecho todo eso, Prometeo quedó libre pero se tornó mortal. Sólo recuperaría la inmortalidad sí un inmortal aceptaba trocar su destino con él. El centauro Quirón; herido por una flecha de Hércules, aceptó morir en su lugar. El títán pudo ser así admitido nuevamente entre los dioses.


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